¿Funciona la terapia?, ¿puede hacer que mi vida sea mejor?, ¿puedo sentirme mejor yendo a terapia?. La respuesta es un sí rotundo. En este artículo entenderás por qué la terapia te puede cambiar la vida y además aprenderás sobre ti misma/o. Los seres humanos tenemos modos distintos de entender la realidad. Vamos a comprender qué es lo que pasa dentro nuestro y cómo se manifiesta en terapia.
Tal vez tus relaciones fracasen una y otra vez. Quizás no puedes dejar de llorar. Puede ser que sientas que hay algo que falta o se repite en tu vida, aunque no sepas nombrar con claridad qué es. Quizá la ansiedad te lo está haciendo pasar mal. Los motivos para comenzar terapia son diversos, pero hay algo que siempre se repite: algo no funciona en nuestra vida.
Empezar terapia es un proceso delicado. Debemos encontrar un terapeuta que se adapte a nuestras necesidades. Va a ser una persona importante en nuestra vida, con la que debemos sentirnos cómoda/os, ya que del vínculo que establezcamos dependerá nuestro propio crecimiento. No tengas prisa. A veces es normal hacer varias entrevistas para poder escoger el lugar y la persona adecuada.
Una vez que has encontrado tu lugar y tu terapeuta, ¡lánzate!. En este camino que ahora emprendes necesitarás paciencia y determinación. Es importante que entiendas que los cambios psíquicos necesitan tiempo1. La terapia no es una colección de consejos, es una revisión profunda de nuestro modo de estar en el mundo, es un camino hacia el encuentro de nuestro verdadero ser.
Pero vayamos al grano. ¿Por qué la terapia te puede cambiar la vida?. Todos/as tenemos un carácter2. Dicho carácter se formó en la infancia como respuesta a una situación concreta: nuestra llegada al mundo y la relación establecida con los adultos que estaban a nuestro alrededor, habitualmente la madre y el padre.
El carácter es una estructura psicológica fija. Cuando crecemos algunos de nuestros comportamientos y actitudes no se adaptan a nuestra nueva situación en el mundo, ya que el contexto ha cambiado con respecto a nuestra niñez. Nuestro carácter se creó como respuesta a una situación concreta, y ahora persiste el mismo modo de actuación, que ya no es adaptativo.4
La terapia es el lugar en el que se habla de cómo somos, el lugar en el que nos observamos con detenimiento y nos atendemos. Hay una línea que limita lo consciente y lo inconsciente, y es esta línea la que empujamos hablando de nosotros/as mismas. A más luz sobre lo que no vemos, más poder de decisión sobre nuestra vida.
Al hacernos más conscientes de cómo somos nos alejamos de los automatismos inconscientes que son en parte la raíz de nuestro sufrimiento. La compulsión a la repetición es un concepto que ya definió Freud a principios del siglo XX. Repetimos conductas, pensamientos o emociones aunque a veces sean dañinas para nosotras mismo/as.4
En terapia nos hacemos más conscientes y por ello más libres. Ganamos alternativas de acción ante situaciones en las que antes siempre respondíamos igual. Cuando cambiamos, nuestra realidad cambia. El cambio se genera dentro, y luego se replica en nuestra vida.
1 Hablo de esto en el artículo titulado «El tiempo antropológico en terapia Gestalt».
2 En este artículo utilizo la palabra carácter como sinónimo de personalidad.
3 Las bebés nacen sin aparato psíquico, y en la relación con la madre, o con quien hace esa función, comienzan a formarlo. Existen varias etapas por las que las bebés pasan cuando van creciendo: la etapa oral, anal y genital. Tras estas fases se resuelve el edipo en el que se integra al padre, o al tercero, en una triangulación. El carácter se crea a lo largo de las diferentes etapas, pero una de ellas posee una incidencia mayor que el resto. Aquí nace la fijación del carácter y los distintos tipos de personalidad.
4 Puedes leer más sobre la Teoría de la neurosis en Naranjo, C. Carácter y neurosis.
5 Una de las explicaciones a la compulsión a la repetición y a la aparición de las resistencias que podemos dar a esta repetición en energética. El aparato psíquico humano tiene un gasto energético elevado con respecto a otros sistemas del cuerpo. La repetición de conductas o procesos intrapsíquicos nos aleja de la novedad, que requiere un gasto energético mayor. Por ejemplo, siempre se nos hace más fácil y descansado conducir cuando ya hemos aprendido y lo hacemos de manera automática, que cuando estamos aprendiendo a hacerlo.