Psicología, narcisismo y acusación

Psicología, narcisismo y acusación

En la era actual, los términos psicológicos como narcisismo son comunes en nuestras conversaciones cotidianas. Sin embargo, ¿comprendemos realmente estos términos, o solo los utilizamos para tratar de ubicarnos en nuestra realidad?. Este artículo busca desmitificar el uso indiscriminado y despectivo de determinados conceptos psicológicos. Lo haremos en relación a los términos psicologización y sobreadaptación psicológica.

La psicologización de la vida cotidiana

Una consulta de psicoterapia es un lugar privilegiado para observar la realidad. Por el sofá de mi despacho pasan personas muy diversas, que hablan sobre sí mismas/os y sobre las/os demás utilizando el lenguaje, que como sabemos, cambia con el uso y a través del tiempo.

Observando a las personas que atiendo y prestando un poco de atención a la redes sociales, no es difícil encontrar expresiones como: «Mi ex es un narcisista», «estuve en una relación y él era evitativo», «me he separado de ella porque es muy tóxica», o «cuando discutíamos se ponía como una histérica».

Utilizamos cada vez más conceptos psicológicos para describir cómo estamos y cómo son los demás.

Estamos asistiendo a una psicologízación de la vida cotidiana, por la que el uso de determinados conceptos, permite a las personas ubicarse en un espacio social cada vez más fluido, diverso y cambiante. Existe una clara relación entre el contexto social en el que vivimos, y la utilización de estas nuevas etiquetas.1

La sociedad capitalista es eminentemente individualista y competitiva. Se nos insiste constantemente en que somos responsables de nuestro bienestar y satisfacción personal. Para ello requerimos de un universo de ideas que nos articulen y ayuden a vertebrar nuestras aspiraciones hacia ese bienestar. 

En este punto es donde la terminología psicológica accede para dar respuesta a nuestro vacío de identificaciones. ¿Qué me pasa?, que estoy deprimido. ¿Qué es esto que siento en el pecho?, ansiedad. Estamos integrando la terminología psicológica cada vez más, para describir cómo nos encontramos en nuestro momento vital, y de manera muy especial con respecto a nuestras relaciones.

La psicología como arma

Esta cuestión varía cuando dichas identificaciones las usamos como modo de atribución al otro. La psicología y su cosmovisión ya no se articulan como un lugar de conocimiento e indagación de lo eminentemente humano, sino como un lugar para la acusación.2 El Otro3 es el causante de mi malestar: el otro patológico, narcisista, tóxico o neurótico, por ejemplo. Las etiquetas diagnósticas se usan a nivel lego para señalar y estigmatizar a las personas que nos rodean.

La psicología se ha convertido en un arma para señalar al Otro.

Esto lo podemos observar en la redes sociales, en artículos y post que nos pretenden instruir con procedimientos y consejos para vivir mejor : «¿Cómo reconocer a un narcisista?, «¿Cómo saber si el chico con el que estás saliendo tiene un apego evitativo?» o «¿Cómo sacar a las personas tóxicas de tu vida?».

Cámara de eco

Una cámara de eco es un concepto utilizo para describir la situación en la que una persona o comunidad se rodea principalmente de información y opiniones que confirman y refuerzan sus propias creencias y perspectivas, excluyendo o minimizando activamente las opiniones o información que difiere de las suyas.

La redes sociales se han constituido en cámaras de eco, en las que mediante terminología psicológica, dejamos dentro de nuestra red los términos y las personas congruentes con nuestra ansia de bienestar, y excluimos, rechazamos y bloqueamos todo aquello no congruente con nuestros nuestras pretensiones.

Una cámara de eco es un sesgo cognitivo en relación con un algoritmo informático

Por supuesto, una red social no es solo una cámara de eco. Ha quedado sobradamente demostrado que además es un instrumento de extracción masiva de datos de carácter privado para la monetización de ellos por parte de grandes corporaciones.4

Sobreadaptación psicológica

La sobreadaptación psicológica es un estado en el cual una persona ha internalizado y aplicado excesivamente conceptos y prácticas psicológicas en su día a día. Esto puede implicar una dependencia excesiva de la psicología como marco de referencia para comprender y abordar situaciones y desafíos.

A veces, la sobreadaptación psicológica puede llevar a una sobreanalización de las experiencias y a una tendencia a buscar explicaciones puramente psicológicas para eventos o comportamientos que pueden tener múltiples causas y factores.

Vivir nuestra vida solo a través de conceptos psicológicos nos resta valor y profundidad.

Sintetizando, en una imposición social masiva del bienestar individual como única vía de desarrollo del individuo ante el capitalismo, la única opción para los individuos es acogerse a un entramado de conceptos psicológicos para describir su propio estado y el de las personas con las que se relacionan.

Los individuos tienden a la homeostasis, a estar regulados. Si a una persona le facilitamos un universo de términos psicológicos y lo colocamos dentro de una cámara de eco, el resultado es que lo congruente con su idea de bienestar va a permanecer dentro de su universo de ideas, y todo aquello no alineado con su cometido será expulsado de su burbuja. 

De este modo queda el camino sembrado para que podamos escoger en una red social a nuestro propio chamán virtual, con el que a través de sesiones online, podemos acceder a un universo de ideas que sirven para apuntalar nuestra precaria idea de felicidad.

¿Qué es el narcisismo?

No quiero terminar este artículo sin hacer una definición precisa de lo que es verdaderamente el narcisismo. Me he encontrado en redes sociales a psicólogos con cientos de miles de seguidores haciendo definiciones y difundiéndolas sobre el narcisismo totalmente imprecisas.

Todos somos narcisistas. La idea de narcisismo está relacionada con la imagen interna que todos tenemos de nosotros mismos, el Yo ideal. Solo cuando esta imagen es llevada al extremo nos encontramos con un trastorno de personalidad de tipo narcisista.

Una dosis adecuada de narcisismo es necesaria para todas/os nosotras/os.

Existen dos tipos de narcisismo:

El narcisismo primario es cuando un bebé de apenas unos meses, a través del madre y las caricias con la mamá o con quien hace esa función, comienza a formar su aparato psíquico. Digamos que la sexualidad infantil está distribuida por todo el cuerpo del bebé. Luego se irá unificando en algunas zonas concretas. El objeto de amor de este narcisismo primario es el propio bebé es decir, el amor está volcado sobre sí mismo.

El narcisismo secundario necesita de un otro. Es por ello que solo se produce cuando el bebé ya ha crecido y tiene la capacidad de relacionarse con los adultos de referencia. El narcisismo secundario está relacionado con ese ideal del yo, la imagen especular que sobre nosotros mismos nos da la interacción con los demás.

Todos somos narcisistas porque todos tenemos una imagen de nosotros mismos que se ve respaldada o confrontada en la relación con los demás. El narcisismo está relacionado también con la autoestima, ya que comprende el amor hacia uno mismo, necesario para tener una autoestima sana.

Solo algunas personas, que siendo bebés no han podido establecer una vinculación afectiva y amorosa con los adultos de referencia, pueden presentar el trastorno narcisista de personalidad. La prevalencia de este transtorno no llega al 1 % de la población.

1 En el progresivo avance del capitalismo, y en su forma actual tardocapitalista y neoliberal, cada vez son menos sólidos los espacios de identificación para los seres humanos. Antes cuando las políticas keynesianas reinaban en el mundo occidental, el responsable del bienestar de las personas era el Estado. Esta estructura ideológica se ha ido debilitando con el paso del tiempo. Ahora la responsabilidad sobre el bienestar y el futuro de los individuos recae exclusivamente sobre estos. El sueño americano es un ejemplo de ello: cualquier ciudadano de los Estados Unidos puede llegar a ser una persona de éxito, incluso de mucho éxito. Esto solo depende de su esfuerzo y dedicación. Esta idea no es cierta, ya que existen múltiples determinantes sociales y culturales que lo pueden impedir.

2 Por supuesto que no me refiero con ello a la labor de miles de profesionales de la salud mental que realizan un trabajo encomiable para el bienestar de toda la sociedad. Estamos haciendo un análisis antropológico y sociológico de cómo determinados conceptos psicológicos se están instaurando en la cultura actual y los usos que se hacen de estos términos.

3 El concepto de Otro ha sido estudiado desde la antropología. Ese gran Otro lacaniano es el lugar de la proyección en el que ubicamos todo lo extraño a nosotros mismos. Al comienzo de los estudios antropológicos, en el siglo XIX, el concepto de otro se usaba para hablar de los salvajes, aquellos otros de tierras lejanas que no estaban civilizados, no tenían una estructura social, y en algunos casos ni siquiera tenían un lenguaje escrito.

Posteriormente se descubrió que esto no era así, Los salvajes sí tenían estructuras sociales, aunque eran distintas de las occidentales. Es más, se descubrió que la propia visión occidental sobre aquellas culturas distorsionaba y no dejaba ver lo que de genuino tenían. Es decir, la mirada de una escultura sobre las otras siempre es etnocéntrica, ya que se valora la cultura propia como superior a la ajena.

En términos psicológicos esto tiene un equivalencia con los conceptos de sombra y proyección. El Otro es el causante de mis males porque en él deposito el estigma psicopatológico, aunque éste verdaderamente está oculto en mí y en mi propia sombra.

4 Redes sociales como Instagram, Facebook, Tiktok, etc., solo pretenden la monetización y el control social a través de la hipnosis masiva de las masas para su sometimiento. Aunque pueda sonar muy duro lo que digo, solo hay que recurrir a la historia reciente para observar cómo los efectos negativos de algunas redes sociales, sobre todo en la infancia y en la adolescencia, están sobradamente demostrados. Las evidencias no han servido para que los CEOs de estas trasnacionales tecnológicas regulen por sí mismos sus formas de proceder.

Eduardo Polite terapia