Sexo, orientación y género

En terapia, muchas personas exploran preguntas sobre su identidad de género y orientación sexual. ¿Cómo influyen la cultura y la sociedad en lo que creemos que es ‘normal’? Estas preguntas no solo nos invitan a reflexionar sobre nuestra naturaleza, sino también sobre los sistemas sociales y culturales que moldean nuestras experiencias.

Sexo biológico: la construcción cultural de la diferencia

Desde la psicoterapia, entendemos que el sexo biológico abarca rasgos genéticos y físicos, además de  la de la interpretación que hacemos de dichos rasgos en función de nuestra historia cultural y personal. Pero, ¿el sexo biológico realmente determina quiénes somos? Históricamente, desde un enfoque cultural etnocéntrico occidental, esta distinción ha servido como base para una mirada polarizada que divide a la humanidad en dos categorías fijas: hombres y mujeres.

Esta concepción binaria ha permeado las estructuras sociales y culturales, influyendo en la manera en que se organizan los roles de género y las expectativas en torno a la identidad. Sin embargo, en muchas culturas existen modelos distintos de comprensión del cuerpo. El sexo biológico también es una construcción cultural.

El sexo, más que una categoría meramente biológica, es también una construcción cultural que varía según el contexto histórico y social en el que se defina.

Por ejemplo, entre los Yanomami del Amazonas, la identidad y el cuerpo están estrechamente ligados a su cosmovisión y las interacciones con los espíritus. Para ellos, la biología no determina de manera absoluta los roles de género, sino que estos se construyen a través de la relación con la comunidad y el mundo espiritual. En sus rituales, el cuerpo se transforma simbólicamente y socialmente, mostrando que las diferencias biológicas pueden tener significados variables dependiendo del contexto cultural. 

Desde una perspectiva genética, un ejemplo de esta diversidad es el síndrome de insensibilidad a los andrógenos (SIA), donde una persona con cromosomas XY desarrolla características físicas típicas de mujer debido a que su cuerpo no responde a las hormonas masculinas¹. La intersexualidad define a numerosos individuos que no pueden situarse en las categorías de mujer u hombre, es decir, en cuanto al sexo biológico humano, es más acertado hablar de un espectro que de dos categorías binarias y excluyentes.
La biología es solo una parte del relato. Lo que percibimos como diferencias «naturales» está profundamente influido por narrativas culturales que históricamente han buscado justificar estructuras culturales y sociales de poder². Este enfoque nos lleva a preguntarnos: ¿cuánto de lo que creemos sobre el sexo está realmente basado en la biología y cuánto en interpretaciones culturales de esa biología?

Orientación sexual: las dinámicas del deseo y la atracción

La orientación sexual es la atracción emocional, romántica o sexual que sentimos por otras personas. Este espectro incluye, entre otros, la heterosexualidad, homosexualidad y bisexualidad. El antropólogo clásico Malinowski, en su obra «La vida sexual de los salvajes», mostró cómo las relaciones en las Islas Trobriand no estaban restringidas a las normas occidentales. En esta sociedad, los jóvenes tienen una gran libertad sexual antes del matrimonio, y el control de las relaciones está en manos de las mujeres, quienes tienen un papel central en la organización social, desafiando las estructuras patriarcales occidentales. La orientación sexual puede ser algo fluido y cambiante a lo largo del ciclo vital. 

La orientación sexual no es solo una cuestión de atracción, sino una identidad moldeada por normas sociales, discursos culturales y experiencias subjetivas.

En su libro ¿Por qué duele el amor?, Eva Illouz explora cómo el deseo y las relaciones están moldeados por el mercado emocional moderno, señalando que «las emociones no son experiencias puras, sino fenómenos sociales que reflejan las estructuras culturales en las que vivimos»³.
La orientación sexual forma parte de nuestra identidad y puede ser un aspecto clave en el bienestar emocional. Comprender su construcción social y su impacto personal es esencial en la terapia. Desde tiempos inmemoriales, las culturas han establecido normas sobre el deseo y la atracción, moldeando nuestras experiencias y relaciones. En sociedades como las de los Trobriand, el amor y la sexualidad están libres de muchas restricciones occidentales, lo que evidencia que la orientación sexual no es solo una cuestión biológica, sino también una construcción cultural. Comprender estas diferencias nos ayuda a reflexionar sobre la diversidad y la riqueza de las formas en que el deseo y la identidad sexual pueden manifestarse.

Género: la construcción social de la identidad

El género se refiere a los roles, comportamientos y expectativas culturales que determinan cómo una sociedad define lo masculino y lo femenino. El género es una construcción social que varía entre culturas y tiempos históricos.

Por ejemplo, en las Islas Trobriand, los roles de género estaban profundamente ligados a la economía del intercambio de alimentos y la magia. Allí, la autoridad no estaba determinada por el sexo biológico, sino por la capacidad de generar redes de intercambio y alianzas sociales. Esta realidad muestra que los sistemas de género binarios no son universales, sino que responden a estructuras culturales específicas.

En la práctica clínica, el género influye en la forma en que una persona se percibe a sí misma y en sus relaciones interpersonales. Es un proceso en constante evolución, moldeado por el lenguaje y las expectativas sociales. Comprender que el género no es una realidad fija, sino una categoría flexible, nos permite analizar de manera crítica las estructuras que rigen la personalidad humana, y cómo podemos estar más alineados con nuestras necesidades y deseos.

El género es una expresión dinámica de la identidad, influenciada por el lenguaje, las expectativas sociales y las representaciones culturales que nos rodean.

Desde una perspectiva antropológica, encontramos que las categorías binarias de género no siempre han sido la norma. En muchas culturas, el género es fluido y adaptativo. Como señala Eva Illouz, «las categorías que utilizamos para comprendernos a nosotros mismos son productos históricos y culturales, sujetos a transformaciones constantes»³.
Esto nos lleva a reconsiderar la idea de que nuestras concepciones actuales sobre el género son universales. Más bien, son el reflejo de un momento histórico particular, con sus propias tensiones y desafíos.

1 Síndrome de insensibilidad a los andrógenos (SIA): Es una condición intersexual en la que una persona con cromosomas XY presenta una resistencia parcial o completa a los andrógenos, lo que impide el desarrollo típico de características sexuales masculinas. Dependiendo del grado de insensibilidad, una persona con SIA puede desarrollar una apariencia física femenina o ambigua. Este fenómeno biológico desafía la concepción binaria tradicional del sexo biológico y muestra que la biología humana es más diversa de lo que suele asumirse.

2 Angela Saini y la influencia del patriarcado en la ciencia: En El patriarcado: Cómo los hombres han obtenido y conservado el poder, Angela Saini analiza cómo los prejuicios de género han influido en el desarrollo del conocimiento científico. Argumenta que muchas ideas sobre el sexo y el género han sido moldeadas por estructuras de poder patriarcales, invisibilizando la diversidad de experiencias humanas. Saini señala que es fundamental cuestionar estas narrativas para construir una comprensión más equitativa del sexo y el género.

3 Eva Illouz y el impacto del capitalismo emocional en el amor: En ¿Por qué duele el amor?, la socióloga Eva Illouz explora cómo el capitalismo emocional moderno ha transformado las dinámicas del deseo y las relaciones interpersonales. Según Illouz, las emociones no son experiencias puras e individuales, sino fenómenos profundamente influenciados por la estructura social y las dinámicas de mercado. En este contexto, las expectativas románticas y las relaciones afectivas se han visto moldeadas por la lógica de consumo, generando nuevas formas de sufrimiento amoroso.

3 Jacques Lacan y la estructura del deseo: En Écrits, Jacques Lacan plantea que el deseo humano no es un impulso biológico puro, sino que está estructurado por el lenguaje y las relaciones sociales. Para Lacan, el deseo siempre está mediado por el «Otro», es decir, por las expectativas, los discursos y los significantes culturales que nos rodean. En este sentido, la identidad de género y la orientación sexual no pueden entenderse fuera del contexto simbólico en el que se inscriben, ya que están condicionadas por la forma en que cada sujeto es mirado y nombrado dentro de su entorno social.